Primer Domingo
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Oración para todos los domingos Consideración: Jesús cambia el agua en vino Lectura del Santo Evangelio según San Juan: (Jn 2, 1-10) Tres días después se celebraba una boda en Caná de Galilea y estaba allí la madre de Jesús. Fue invitado también a la boda Jesús con sus discípulos. Y, como faltara vino, porque se había acabado el vino de la boda, le dice a Jesús su madre: «No tienen vino.» Jesús le responde: «¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora.» Dice su madre a los sirvientes: «Haced lo que él os diga.» Había allí seis tinajas de piedra, puestas para las purificaciones de los judíos, de dos o tres medidas cada una. Les dice Jesús: «Llenad las tinajas de agua.» Y las llenaron hasta arriba. «Sacadlo ahora, les dice, y llevadlo al maestresala.» Ellos lo llevaron. Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino, como ignoraba de dónde era (los sirvientes, los que habían sacado el agua, sí que lo sabían), llama el maestresala al novio y le dice: «Todos sirven primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el inferior. Pero tú has guardado el vino bueno hasta ahora.» Así, en Caná de Galilea, dio Jesús comienzo a sus señales. Y manifestó su gloria, y creyeron en él sus discípulos. Palabra de Dios. Ejemplo: Historia de la Devoción al Niño Jesús en la Antigüedad Cuentan los antiguos narradores que la devoción al Divino Niño Jesús empezó en el Monte Carmelo, en Israel, pues a este hermoso monte, cercano a Nazaret, iba frecuentemente el Divino Niño acompañado de sus padres José y María y de los abuelitos San Joaquín y Santa Ana, a pasear y a rezar, y que los piadosos hombres que allí se reunían para orar le fueron tomando gran aprecio y cariño al amabilísimo Niño, y que después de que El Divino Redentor subió al cielo, los religiosos moradores del monte Carmelo siguieron recordando con gran cariño y devoción al niño Jesús. Luego cuando los Carmelitas se extendieron por Europa fueron llevando la devoción al Divino Niño por todas partes. Ya en el año 1200 San Antonio de Padua, y en el año 1500 San Cayetano, le tuvieron mucha devoción al Niño Jesús, y por eso en los cuadros se pinta a cada uno de estos dos santos, llevando en sus manos al Divino Niño. Pero quienes vinieran a popularizar mas la devoción al Divino Niño Jesús fueron Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz (1550). De Santa Teresa se narra que subiendo por una escalera hacia un corredor, le pareció ver al Niño Jesús que le saludaba muy amablemente. Desde entonces la santa llevó siempre en sus viajes una estatuita del Divino Niño y en todas las cosas de su comunidad mandaba colocar y honrar una bella imagen del Niño Jesús, que casi siempre ella misma dejaba de regalo al despedirse. La santa gozaba componiendo y cantando villancicos al Niño de Belén. Le gustaba mucho este: Véante mis ojos Dulce Jesús bueno. Veante mis ojos Muérame yo luego. San Juan de la Cruz, en una Navidad, emocionado ante una hermosa imagen del Niño Jesús, exclama lleno de entusiasmo: Mi dulce y tierno Jesús, Si amores me han de matar, Ahora tienen lugar. Los Padres Carmelitas y las Hermanas Carrileras, siguiendo el ejemplo de sus santos fundadores, Santa Teresa y San Juan de la Cruz, se han propuesto propagar donde quiera que llegan la devoción al Milagroso Niño Jesús, que no es la creencia de que una imagen de yeso, metal, tela o cartón nos vaya a hacer un milagro (pues las imágenes no pueden hacer milagros a nadie) sino el honrar los 12 primeros años de Jesús en la tierra, los años de su infancia, y por los méritos que Jesús ganó en sus 12 años de niñez, pedir a Dios todos los favores que necesitamos. En El año 1636 Nuestro Señor le hizo a la Venerable Margarita del Santísimo Sacramento una promesa que se ha hecho muy famosa: "Todo lo que quieras pedir, pídemelo por los méritos de mi infancia, y tu oración será escuchada". Muchísimos devotos en el mundo entero han hecho el ensayo de pedir favores a Dios por los méritos de la infancia de Jesús, y han obtenido favores admirables. Y nosotros vamos a hacer lo mismo.
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