Historia de la
Devoción
La
Cuatro Condiciones
Los Nueve
Domingos
Biografía del
Padre Rizzo
Oraciones al
Divino Niño
La
Confesión |
Sexto
Domingo
Oración
para todos los domingos
Consideración: Jesús
se transfigura glorioso
Lectura del Santo Evangelio según San Mateo
(17, 1-9) Seis días después, toma Jesús
consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los lleva aparte, a un
monte alto. Y se transfiguró delante de ellos: su rostro se puso
brillante como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la
luz. En esto, se les aparecieron Moisés y Elías que conversaban con él.
Tomando Pedro la palabra, dijo a Jesús: «Señor, bueno es estarnos aquí. Si
quieres, haré aquí tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para
Elías.» Todavía estaba hablando, cuando una nube luminosa los cubrió
con su sombra y de la nube salía una voz que decía: «Este es mi Hijo
amado, en quien me complazco; escuchadle.» Al oír esto los discípulos
cayeron rostro en tierra llenos de miedo. Mas Jesús, acercándose a
ellos, los tocó y dijo: «Levantaos, no tengáis miedo.» Ellos alzaron
sus ojos y ya no vieron a nadie más que a Jesús solo. Y cuando bajaban
del monte, Jesús les ordenó: «No contéis a nadie la visión hasta que el
Hijo del hombre haya resucitado de entre los muertos.» Palabra de
Dios.
Ejemplo Historia de la Devoción al Niño Jesús en
Chile
Entre los incontables milagros y prodigios que el Divino
Niño ha obrado en favor de sus devotos, hay uno que tiene el mérito de
haber contribuido a que en todo Chile se propagara de manera portentosa la
devoción a la Santa Infancia del Señor. Oigamos como narra la misma
persona que lo obtuvo, la cual lo declaró como juramento, con testigos.
Dice así: "Me atacó una terrible enfermedad de
flebitis a una pierna, que me postró por 19 meses en una cama sin poderme
mover, y con fiebre continua. Toda la pierna estaba horriblemente
hinchada. Un dolor agudísimo en un tobillo me impedía andar y no me
permitía ni siquiera colocar el pie en el suelo. El único modo de calmar
los intensos dolores era tener en pie en alto, colgado de un cable. Desde
el tobillo hasta la rodilla la pierna estaba totalmente hinchada y
permanecía fría como un témpano de hielo. Un día me visitó una persona
muy devota del Niño Jesús y me recomendó que empezara una novena al Divino
Niño. Y fue al templo del Niño Jesús y pidió a los sacerdotes que me
encomendarán en la Santa Misa. Los médicos ya hablaban de que era
necesario cortarme la pierna. Yo prometía en mi corazón al Milagroso Niño
Jesús que si me curaba me dedicaría a propagar su devoción. Por más de un
año todos los tratamientos médicos habían resultado inútiles. Llegó el
día de la Fiesta del Divino Niño. Los padres de la parroquia me mandaron
una invitación para que asistiera a la procesión. Me costaba mucho asistir
porque los dolores que sentía al moverme eran muy grandes. Sin embargo me
hice llevar en una silla de ruedas. Cuando llegamos a la iglesia ya la
pro cesión habían partido. Entonces me quedé allí junto al sitio de las
veladoras y me puse a rezar el Santo Rosario con toda fe. Al final del
santo rosario y cuando ya la imagen del Niño venía llegando al templo,
sentí algo raro en la pierna. Emocionada exclamé: "¿Qué es esto? Que me
pasa en la pierna que me hormiguea? Esta caliente. Ya no me duele. Se está
deshinchando. ¡Miren cómo me queda el zapato! (que era enorme y cuyos
cordones eran larguísimos para que alcanzaran, y ahora habían quedado
totalmente sueltos). Y entusiasmada grité: "Estoy sana. Completamente
sana. Quiero ir ante la imagen del Niño Jesús a darle las gracias!". Mis
acompañantes me miraban atónitos. Yo me levanté de la silla de ruedas y
corriendo me dirigí a la imagen del Niño Jesús para darle las
gracias!". Mis acompañantes me miraban atónitos. Yo me levanté de la
silla de ruedas y corriendo me dirigí hacia la imagen del Divino Niño,
caminando ágilmente, después de que hacía 19 meses que no podía
caminar. Al Padre que dirigía la procesión le dije: "Padre, el Niño
Jesús me ha curado milagrosamente de una gravísima enfermedad. Esto es un
milagro maravilloso. El sacerdote me miró asombrado y respondió: "Quiera
el Divino Niño que así sea. Esperemos a mañana y que los médicos
determinen qué le ha sucedido. Después de rezar un buen rato ante la
imagen del Milagroso Amiguito Celestial salí caminando de la Iglesia y en
el atrio estuve largo rato saludando a mis amistades y recibiendo las
felicitaciones de todos los que me habían visto postrada e inmóvil en una
cama y con peligro inminente de que me amputaran el pié. Al llegar a mi
casa me estaban esperando las personas de servicio, en la puerta para
ayudarme a bajar de la silla de ruedas y subirme en brazos al segundo
piso, y en medio de la admiración de todos subí corriendo las escaleras
para abrazar a mi marido que estaba allí con varios amigos que habían ido
a consolarme en esta grave enfermedad, pues creían que de la procesión yo
volvería terriblemente adolorida y casi moribunda. Los muchos amigos
presentes no se cansaban de examinarme el pie. Me invitaban a hacer
movimientos con el pie y yo no sentía dolor alguno. Corrí por toda la casa
para que todos me viesen y se convencieran de que mi curación había sido
instantánea y completa. Todos pudieron comprobar que no quedaba rastro
alguno de la enfermedad. Mi pié estaba exactamente igual al otro, y pude
ponerme zapatos que ya no usaba desde hacía 19 meses, y no sentí la más
mínima molestia. Al día siguiente fui examinada por los eminentes médicos
que antes habían tratado inútilmente de curarme. Todos quedaron admirados
y no pudieron dar otra explicación a esta curación total e instantánea
sino a una intervención milagrosa del amadísimo Niño Jesús a quien con
tanta fe le habíamos hecho la novena y le habíamos suplicado la
curación. Han pasado varios años. He vuelto a mis actividades y no he
vuelto a sentir ni el más leve dolor o molestia en el pie, como si jamás
hubiera estado enferma. Con los testigos que presenciaron tan admirable
favor del Divino Niño, afirmo con juramento todo lo que en esta narración
he declarado, Y quiero propagar durante toda mi vida la devoción al
Milagroso Niño Jesús. Firmado: Rosa Fernández de
Ruiz.
Habla
Jesús
Gozos
Oración Final
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